martes, 29 de enero de 2008

Visión holística de las organizaciones. Personas y universo.

La teoría de sistemas, todos los sistemas están englobados en sistemas más grandes. Además estos sistemas se rigen por las mismas reglas, y se observan comportamientos similares. Tanto en células, como en cuerpos, como en el universo, hay una serie de elementos que están interrelacionados y que son interdependientes, es decir que si alguno es alterado modifica al resto; son sistemas. Si el nivel celular y el astronómico se rigen por las mismas reglas, ¿por qué obviamos lo que nos dice la ciencia a nivel de sistemas humanos?

Como primer artículo sobre este interesante intento de buscar el paralelismo de los sistemas, vamos a hablar del caos. Sin entrar demasiado en conceptos de física entenderemos el caos como el desorden, la falta de equilibrio.
Malas noticias para los amantes del orden, el universo ( recordemos que somos parte de él, que no es algo que se guarde en los libros de ciencia) tiende al caos. La segunda ley de la termodinámica dice que en cualquier sistema cerrado el desorden, la entropía, va aumentando a medida que el tiempo pasa ( de hecho, parece que. según Stephen Hawking, la flecha del tiempo y la de la termodinámica van en la misma dirección, así que el hecho de que no recordemos el futuro indica que nos movemos hacia el caos). Bajaré este concepto a términos más cotidianos para que sea fácil de ver, si hay un puzzle ordenado dentro de una caja y la vamos sacudiendo el puzzle probablemente se irá desordenando, porque es mucho más probable el desorden que el orden.
Así que si a menudo se pregunta por qué siempre surgen problemas que desbancan situaciones de equilibrio, piense que usted y su organización como parte del universo están sujetos a su orden, que irónicamente es desorden.
Es más, sus intentos de orden, generan más desorden a nivel global que orden a nivel particular.

Espero que nadie haya saltado por la ventana, aun, ante tal exposición de un destino tan aciago.

Hasta que universo colapse aun queda mucho, y se pueden hacer muchas cosas.
Ante las situaciones de caos caben dos respuestas, por un lado se puede ser reacio al cambio e intentar volver a la situación inicial, o se puede aceptar la nueva situación y generar un nuevo equilibrio; pero éste no va a ser tal, porque recordando la segunda ley de la termodinámica, el caos aumenta. Así pues es la adaptación al propio caos lo que hará que nuestros equipos evolucionen y sobrevivan. Esto que se le determina retroalimentación positiva ( en contraposición a la negativa que pretende volver al estado inicial), fomentará la creatividad de los individuos y permitirá que el desarrollo de nuestra organización vaya parejo al del entorno. Además este tipo de retroalimentación tiene efectos no lineales, es decir que pequeñas modificaciones no generan pequeños cambios, sino grandes. Conocido es el ejemplo de la mariposa que genera un huracán.
Por último, comentar que según Lorenz, el del modelo matemático que explica porque la mariposa puede generar el huracán, es que partiendo de un modelo de flujos se obtiene que aunque se parta de diferentes puntos de origen se tienden a estar dentro de unos valores determinados, y conforme va girando, ya que tiene forma de bucle, va cambiando a otro nivel; pero la cantidad de vueltas que da antes de “saltar” es impredecible. Yo diría que todos tendemos a equilibrios donde estamos cómodos y son la parte no azarosa de nuestra vida, pero en un determinado momento este equilibrio salta, y tenemos que movernos hasta el siguiente nivel.
Es curioso como la ciencia tiene tanto que decirnos de nuestros comportamientos, que a veces asumimos según nuestra lógica y que luego no resultan ser así. Como que el tiempo no es absoluto y que en diferentes puntos del espacio fluye con distinta velocidad, relativa, el tiempo es relativo. En el próximo artículo intentaremos aproximar este concepto a nuestro entorno organizacional.

Desde un enfoque holístico somos parte, participante, del universo.

lunes, 14 de enero de 2008

Empoderamiento y Dirección por valores

Hablamos a menudo del empoderamiento, del empowerment. Y me temo que los ejemplos que vemos son una interpretación un poco laxa de lo que se debiera entender. Claro que siempre hay criterios y todos somos subjetivos, y sin ser excesivamente ortodoxo y recurrir al diccionario, podemos intentar describir el empoderamiento por lo que se pretende conseguir con él.
Pretendemos dos cosas:
Que las personas que trabajan con nosotros se sientan partícipes de un proyecto en el que pueden tomar decisiones ( se les da poder) sobre hacia dónde van (objetivos) y cuál va a ser el camino ( tácticas).
Que el grupo se beneficie del mayor número de posibilidades que se abren al fomentar la creatividad y la libertad en la resolución de problemas e, importante, el planteamiento de preguntas.

Hay que tener muy presente que en este marco de trabajo no cabe el paternalismo. El empoderamiento requiere que desde los equipos de supervisión se transmita toda la información y que haya una libertad de decisión más allá de la elección entre dos alternativas preestablecidas.

Como una visión paralela del concepto, podemos pensar en cómo trabajamos con los niños con riesgo social, en mi caso, o con las personas que viven en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Pretendemos enseñarles conocimientos ( enseñar como proceso de empoderamiento) para que ellos puedan ser autosuficientes, puedan tomar sus propias decisiones y que no nos necesiten.

Quizá con este pequeño enfoque reducimos los casos que conocemos de empoderamiento, incluso nosotros mismos nos demos cuenta de que pecamos de paternalistas y pretenciosos. Con el empoderamiento tenemos que pretender que nuestros equipos no nos necesiten como supervisores. El equipo está empoderado, tiene poder como para tomar decisiones.

Lo cual no significa que cada equipo hace lo que quiere, ya que, obviamente, esto produciría un caos y difícilmente se iba a llegar a buen puerto.
Para ello tenemos al equipo directivo o de supervisión. Su labor va a ser la de comunicar los valores de la empresa que deben ser entendidos y compartidos por todos.
Si alguien se pregunta cómo hacer que todo el personal tenga una serie de valores, mi respuesta iría por el camino de la selección, no debemos hacer cambiar los valores de la gente que trabaja con nosotros, tenemos que pretender que la gente que trabaje con nosotros tenga esos valores.

Resumiendo, tenemos un equipo directivo que vierte información en equipos de trabajo recordando una serie de valores que considera estratégicamente importantes. El equipo de trabajo genera un objetivo, diseña la táctica y la implementa. Ya que normalmente los resultados de un equipo influirán en el resto de la empresa, siempre formamos parte de sistemas, el equipo directivo deberá coordinar y aportar opiniones sobre el impacto desde una perspectiva holística.

Un ejemplo, VE y los comités.

Dentro de Voluntarios de la Esperanza, se funciona en dos dimensiones. Por una todos los voluntarios estamos trabajando con instituciones, es decir, que estamos trabajando con niños dentro de unos centros a los que proporcionamos horas de servicio social gratuito. Por la otra, cada voluntario es miembro de un comité en el que se generan proyectos para talleres de tres tipos ( educación, arte y deportes), proyectos de formación interna, y desarrollo de relaciones públicas.
Cada uno de esos comités se marca sus propios objetivos y para conseguirlos desarrollan actividades y programas. Para financiar sus programas presentan propuestas al equipo de administración, directivo, que evaluará según los valores y la restricción presupuestaria si se puede financiar el programa.
Los voluntarios se sienten partícipes y dueños de sus propios proyectos, y la organización disfruta de un continuo flujo de ideas. Desde la dirección se organizan reuniones generales bisemanales en las que cada comité comenta los programas que va a poner a punto y se invita a todos los voluntarios a participar de ellos. Todos somos generadores de proyectos, y consumidores de ellos. El voluntario que está generando proyectos de arte, en su institución puede implementar tanto programas de arte como de cualquier otro tipo, ya que tiene toda la información y apoyo de un equipo de trabajo, comité.
Además estos comités tienen una membrana muy fina, y cualquiera de otro comité está invitado a participar y proponer ideas, incluso proyectos conjuntos, que, a veces, más que una novedad es una necesidad.

miércoles, 9 de enero de 2008

El Tercer Sector y el concepto de producto.

A menudo resulta relativamente difícil hacer un análisis detallado de nuestros productos. ¿Qué es lo que estamos vendiendo exactamente? ¿Qué ventajas tiene frente a los demás productos de su gama? ¿Qué beneficio le reporta al cliente?. Normalmente suelen ser los beneficios (reales) que el cliente obtiene lo que más quebraderos de cabeza nos trae.
Pero que sucede en el sector que lo que vendemos es solidaridad, caridad, compromiso, llámese como cada uno quiera entender. Ya el primer punto, el de características de nuestro producto es francamente difuso.

He estado trabajando con mi equipo durante las últimas semanas con el objetivo de enmarcar y clarificar lo que hacemos y lo que vendemos ( ¿es lo mismo?), para generar una estrategia de incremento de notoriedad.
Nos hemos encontrado con varios problemas. El primero fue que al intentar definir lo que hacemos aunque de todas nuestras bocas salía la palabra "Servicio social", no sabíamos muy bien qué abordaba dicho término. Nuestras dudas surgían del hecho de que nosotros aunque por una parte organizáramos talleres o proyectos lúdico-educativos, básicamente lo que hacíamos era estar con niños y jugar con ellos. Hasta aquí, aunque ligéramente confuso, el tema era comprensible. El problema vino al plantear la cuestión de que nosotros qué vendíamos.
Lo que vendemos. Primero, ¿a quién estamos vendiendo esos servicios sociales? Bueno, por un lado tenemos al comprador que es la persona que hace una donación, pero por otro lado es el niño o la institución quien se beneficia o utiliza, ya que quien hace la donación tiene un beneficio de bienestar emocional, el servicio. Una vez desglosado esto, encontramos que el donante dona recursos materiales, con los que nosotros hacemos los talleres; somos voluntarios, el jugar y el abrazar a los niños, es gratis, no necesitamos que nadie donde nada para ellos. Sin embargo, los niños e instituciones utilizan tanto los talleres como nuestro cariño, de hecho, mucho más esto último.
Genial, llegamos a un punto en el que nos damos cuenta de que el dinero que estamos obteniendo está financiando la menor parte de nuestro trabajo, si bien es cierto, que la otra parte, la mayor, no requiere ningún recurso más que el de nuestro propio dinero y esfuerzo que utilizamos de forma voluntaria. Pero resulta ridículo vender unos talleres que hacemos sin cariño y amor. Bueno, largos años de historia de economía y empresa, nos permiten decir que esto último es el valor añadido o el producto ampliado, y de alguna manera calma nuestra incertidumbre.
Tenemos hasta este punto el producto más o menos acotado, un servicio social que produce que los niños tengan cariño y abrazos, pero además se les eduque, se les empodere y se les despierte la curiosidad necesaria para salir del círculo de pobreza en el que se encuentran. Estamos orgullosos de poder haber enunciado esto, hasta que la siguiente pregunta arrecia contra nuestros esquemas. Si éste es el producto, ¿cuál es su precio?, es más ¿cuál es su medida? ¿Medio kilo de caridad para los niños de Chile?. Donación, es voluntario, lo que se quiera, cuanto más mejor. ¿Cuanto más mejor? Eso quiere decir poco y descubre una falta de empatía nuestra con el donante. Cuando vamos al supermercado y compramos una cantidad de algo por un determinado precio, estamos siendo partícipes de la más pura interpretación de la ley de la oferta y la demanda, tal cantidad a tal precio, si me satisface la compro y si no, no. ¿Qué sucede cuando no hay precio? No estamos depositando en el comprador la decisión, sólo, de comprar o no comprar, le estamos pidiendo que establezca un precio sobre una cantidad que desconoce ( ¿cómo se mide un proyecto con muchos abrazos?). No podemos perder la oportunidad de vender un poco de caridad a aquel que no sepa como medir la utilidad de sus donaciones. Así que concluimos en que había que acotar también ese parámetro, sugerir, donaciones de diez dólares, y explicar qué se puede hacer con diez dólares, o qué se puede hacer con cien dólares.
Habíamos conseguido dibujar un producto con cierta precisión, que tenía un valor en el mercado, y que la gente podía decidir si quería participar o no en él, sin tener que adivinar lo que su compra significaba.
Sin querer habíamos acabado en un necesario análisis del Marketing Mix, en el que nos quedaba por analizar la promoción y el canal de distribución.