miércoles, 14 de enero de 2009

Innovación y el límite del esfuerzo

(antes de todo, disculpen el silencio de los últimos meses. Fueron mis últimos meses en la ONG para la que trabajaba en Chile, y andaba con pocas ganas. Ya he vuelto a Valencia, y trabajo a tiempo completo en Inmerco. Así que me comprometo a escribir artículos de manera contínua. Gracias a los que se han mantenido fieles)

Sucede que vivimos en un mundo en el que la innovación y la mejora constante va a ser una importante ventaja diferencial, si no es una necesidad de supervivencia. En la que nosotros, a nivel individual o dentro de las organizaciones para las que trabajamos o colaboramos, necesitamos ir aprendiendo nuevas cosas para hacer lo que hacemos mejor, ir perfeccionándolo.

Sin embargo, leyendo a Peter Senge, éste nos comenta cómo el crecimiento tiene un límite cuando se enfoca en el esfuerzo. Esto quiere decir que mediante un mayor esfuerzo podemos mejorar nuestros resultados, hasta un punto. Este punto de inflexión llega cuando a un mayor esfuerzo nuestros resultados mejoran muy poco o nada.

Esto no es nada nuevo, pero no se tiene en cuenta a nivel de creación e innovación. Esta idea que viene a ser una aplicación de los rendimientos decrecientes a escala aplicado al capital intelectual. Para los que conocen menos o no lo recuerdan, los rendimientos decrecientes a escala cuando se va incrementando el input de un recurso y esto hace crecer menos que proporcionalmente el input. Para tenerlo claro un ejemplo. Podemos tener un campo de patatas en el que tenemos a una persona trabajando y produciendo 10 patatas, por ejemplo. Si añadimos otra persona puede ser que se produzcan 25, por la sinergia que se produce (esto sería rendimientos crecientes a escala). Pero si seguimos añadiendo llegará un punto en que cada trabajador extra que pongamos producirá menos que el anterior (rendimientos decrecientes a escala), hasta llegar al extremo de que uno más no produce nada más, o incluso hace decrecer, porque molesta.

Ante estas situaciones, y retomando el tema con el que he comenzado, un mayor esfuerzo en lo que se está haciendo no conduce a un aumento de la productividad. Se necesita un cambio más profundo, que actúe como palanca, para mover a la organización a otro nivel. Dejar de pensar las cosas como se hacía hasta ahora, cambiar el paradigma que ya hemos quemado. En el ejemplo del campo, lo que conviene es dar azadas, por ejemplo, a los trabajadores.

Explicado de esta manera parece sencillo, pero, de hecho, nos cuesta salir de nuestros procesos habituales (porque no tenemos tiempo, porque funcionan, siempre se ha hecho así,... ). Hay que dedicar tiempo a plantear los procesos diarios, desde como gestionamos nuestro tiempo, a cómo producimos determinados servicios/productos. Si no, llegamos al punto en el que incrementamos la presión sobre el sistema, y el sistema solo nos devuelve, más presión.

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